Cocijo
By Sabino Guisu

Cocijo
By Sabino Guisu

Cocijo
By Sabino Guisu

¿A dónde se han fugado todos los dioses?

Esta es una de las grandes preguntas de la modernidad. Una pregunta que tiene la posibilidad de convertirse en escenario del mundo actual. Junto a los dioses se han fugado también los animales, las plantas, tradiciones, cientos de lenguajes y perspectivas humanas. Se han ido concluyendo
muchos de los mundos.

¿No sentimos una especie de orfandad de todas las cosas en el presente?

Quizá el arte sea un camino alternativo al yermo territorio de las grandes extinciones propiciadas por nuestra acción sobre la tierra.

¿Cuál ha sido la alternativa que recorre Sabino Guisu (Juchitán, Oaxaca, 1986)? Su trabajo puede considerarse una continua reflexión entre lo sagrado y lo profano: de cómo coexiste la mundaneidad y el sentimiento religioso en la vida actual. ¿Es posible conciliar ambas visiones? El arte le permite al creador mexicano orientar sus pensamientos y mostrar la ambigüedad entre modernidad y pasado antiquísmo. Sabino trabaja desde la paradoja, creando artefactos y objetos de extraña belleza, que nos cuestionan si realmente hemos perdido los grandes mitos que constituyen nuestra civilización. ¿Qué queda de todo aquello?

Haciendo referencia a la cultura pop de los Art-Toys, Sabino Guisu ilustra cómo sería la figura simbólica de Cocijo en el universo parelelo de la modernidad. ¿Qué habrían pensado los antiguos mexicanos de la electricidad, de los motores, del plástico? Quizá que todo esto es obra de un demonio. O de un dios desquiciado. ¿Es prudente preguntar si en la mente humana todo eso no está mezclado como en un rompecabezas? El trabajo del creador oaxaqueño ha sido el de buscar aquellas piezas enterradas en la conciencia, fragmentos que laten con un fuego primordial. Y darles un nuevo significado. Sabino Guisu visitó hace un par de años el Kimbelt Art Museum, en Texas. Allí, entre el acervo de diversas culturas autóctonas, habita una urna funeraria del dios Cocijo, deidad de la lluvia y del rayo entre los antiguos zapotecas. El artista pensó en cómo hacer volver dicha figura a su lugar, a Oaxaca. Imposible sustraerlo o pedir al museo su devolución. Así que mejor dicidió reescribir la historia de Cocijo y lo hizo volver de forma smbólica a nuestros aciagos días. Pero esta deidad renació como una especie de “action figure”. Los materiales utilizados, conglomerado, metal, resinas, acrílicos, son todos elementos profanos, materiales de la era industrial. Los colores, ya de por sí eléctricos, dan un extraño barniz de modernidad, que parece chocar con la deidad atemporal. ¿Hacía donde van las imágenes sagradas? ¿Dónde desembocan todas los símbolos, los rituales, las grietas de las que mana lo sagrado? ¿Es posible hablar aún de la mitología? Es posible. Y así queda de manifiesto frente a esta serie de variaciones del dios Cocijo.

Sabino Guisu interpreta a su manera el lenguaje simbólico de las culturas prehispánicas. Sin embargo, para él son indicios de un futuro posible. O de un tiempo sin tiempo. De un presente en el que cohabitan todos los tiempos y mundos. ¿La electricidad es una invención de los dioses? No lo sabemos, pero a través de su trabajo podríamos intuir que quedan experiencias limítrofes, sucesos que todavía están por revelarse. O que se van desdoblando en nuestra realidad. Que nos muestran las grietas del mundo. Tal como los rayos inscritos en pinturas de amplios formatos: grietas de luz. ¿Rastros del ayer o del mañana? ¿A dónde han fugado todos los dioses? Siguen aquí, y quizá sólo haya que ver con suficiente hondura para darse cuenta de que la realidad está habitada por una energía enigmática.

¿A dónde se han fugado todos los dioses?

Esta es una de las grandes preguntas de la modernidad. Una pregunta que tiene la posibilidad de convertirse en escenario del mundo actual. Junto a los dioses se han fugado también los animales, las plantas, tradiciones, cientos de lenguajes y perspectivas humanas. Se han ido concluyendo
muchos de los mundos.

¿No sentimos una especie de orfandad de todas las cosas en el presente?

Quizá el arte sea un camino alternativo al yermo territorio de las grandes extinciones propiciadas por nuestra acción sobre la tierra.

¿Cuál ha sido la alternativa que recorre Sabino Guisu (Juchitán, Oaxaca, 1986)? Su trabajo puede considerarse una continua reflexión entre lo sagrado y lo profano: de cómo coexiste la mundaneidad y el sentimiento religioso en la vida actual. ¿Es posible conciliar ambas visiones? El arte le permite al creador mexicano orientar sus pensamientos y mostrar la ambigüedad entre modernidad y pasado antiquísmo. Sabino trabaja desde la paradoja, creando artefactos y objetos de extraña belleza, que nos cuestionan si realmente hemos perdido los grandes mitos que constituyen nuestra civilización. ¿Qué queda de todo aquello?

Haciendo referencia a la cultura pop de los Art-Toys, Sabino Guisu ilustra cómo sería la figura simbólica de Cocijo en el universo parelelo de la modernidad. ¿Qué habrían pensado los antiguos mexicanos de la electricidad, de los motores, del plástico? Quizá que todo esto es obra de un demonio. O de un dios desquiciado. ¿Es prudente preguntar si en la mente humana todo eso no está mezclado como en un rompecabezas? El trabajo del creador oaxaqueño ha sido el de buscar aquellas piezas enterradas en la conciencia, fragmentos que laten con un fuego primordial. Y darles un nuevo significado. Sabino Guisu visitó hace un par de años el Kimbelt Art Museum, en Texas. Allí, entre el acervo de diversas culturas autóctonas, habita una urna funeraria del dios Cocijo, deidad de la lluvia y del rayo entre los antiguos zapotecas. El artista pensó en cómo hacer volver dicha figura a su lugar, a Oaxaca. Imposible sustraerlo o pedir al museo su devolución. Así que mejor dicidió reescribir la historia de Cocijo y lo hizo volver de forma smbólica a nuestros aciagos días. Pero esta deidad renació como una especie de “action figure”. Los materiales utilizados, conglomerado, metal, resinas, acrílicos, son todos elementos profanos, materiales de la era industrial. Los colores, ya de por sí eléctricos, dan un extraño barniz de modernidad, que parece chocar con la deidad atemporal. ¿Hacía donde van las imágenes sagradas? ¿Dónde desembocan todas los símbolos, los rituales, las grietas de las que mana lo sagrado? ¿Es posible hablar aún de la mitología? Es posible. Y así queda de manifiesto frente a esta serie de variaciones del dios Cocijo.

Sabino Guisu interpreta a su manera el lenguaje simbólico de las culturas prehispánicas. Sin embargo, para él son indicios de un futuro posible. O de un tiempo sin tiempo. De un presente en el que cohabitan todos los tiempos y mundos. ¿La electricidad es una invención de los dioses? No lo sabemos, pero a través de su trabajo podríamos intuir que quedan experiencias limítrofes, sucesos que todavía están por revelarse. O que se van desdoblando en nuestra realidad. Que nos muestran las grietas del mundo. Tal como los rayos inscritos en pinturas de amplios formatos: grietas de luz. ¿Rastros del ayer o del mañana? ¿A dónde han fugado todos los dioses? Siguen aquí, y quizá sólo haya que ver con suficiente hondura para darse cuenta de que la realidad está habitada por una energía enigmática.

¿A dónde se han fugado todos los dioses?

Esta es una de las grandes preguntas de la modernidad. Una pregunta que tiene la posibilidad de convertirse en escenario del mundo actual. Junto a los dioses se han fugado también los animales, las plantas, tradiciones, cientos de lenguajes y perspectivas humanas. Se han ido concluyendo
muchos de los mundos.

¿No sentimos una especie de orfandad de todas las cosas en el presente?

Quizá el arte sea un camino alternativo al yermo territorio de las grandes extinciones propiciadas por nuestra acción sobre la tierra.

¿Cuál ha sido la alternativa que recorre Sabino Guisu (Juchitán, Oaxaca, 1986)? Su trabajo puede considerarse una continua reflexión entre lo sagrado y lo profano: de cómo coexiste la mundaneidad y el sentimiento religioso en la vida actual. ¿Es posible conciliar ambas visiones? El arte le permite al creador mexicano orientar sus pensamientos y mostrar la ambigüedad entre modernidad y pasado antiquísmo. Sabino trabaja desde la paradoja, creando artefactos y objetos de extraña belleza, que nos cuestionan si realmente hemos perdido los grandes mitos que constituyen nuestra civilización. ¿Qué queda de todo aquello?

Haciendo referencia a la cultura pop de los Art-Toys, Sabino Guisu ilustra cómo sería la figura simbólica de Cocijo en el universo parelelo de la modernidad. ¿Qué habrían pensado los antiguos mexicanos de la electricidad, de los motores, del plástico? Quizá que todo esto es obra de un demonio. O de un dios desquiciado. ¿Es prudente preguntar si en la mente humana todo eso no está mezclado como en un rompecabezas? El trabajo del creador oaxaqueño ha sido el de buscar aquellas piezas enterradas en la conciencia, fragmentos que laten con un fuego primordial. Y darles un nuevo significado. Sabino Guisu visitó hace un par de años el Kimbelt Art Museum, en Texas. Allí, entre el acervo de diversas culturas autóctonas, habita una urna funeraria del dios Cocijo, deidad de la lluvia y del rayo entre los antiguos zapotecas. El artista pensó en cómo hacer volver dicha figura a su lugar, a Oaxaca. Imposible sustraerlo o pedir al museo su devolución. Así que mejor dicidió reescribir la historia de Cocijo y lo hizo volver de forma smbólica a nuestros aciagos días. Pero esta deidad renació como una especie de “action figure”. Los materiales utilizados, conglomerado, metal, resinas, acrílicos, son todos elementos profanos, materiales de la era industrial. Los colores, ya de por sí eléctricos, dan un extraño barniz de modernidad, que parece chocar con la deidad atemporal. ¿Hacía donde van las imágenes sagradas? ¿Dónde desembocan todas los símbolos, los rituales, las grietas de las que mana lo sagrado? ¿Es posible hablar aún de la mitología? Es posible. Y así queda de manifiesto frente a esta serie de variaciones del dios Cocijo.

Sabino Guisu interpreta a su manera el lenguaje simbólico de las culturas prehispánicas. Sin embargo, para él son indicios de un futuro posible. O de un tiempo sin tiempo. De un presente en el que cohabitan todos los tiempos y mundos. ¿La electricidad es una invención de los dioses? No lo sabemos, pero a través de su trabajo podríamos intuir que quedan experiencias limítrofes, sucesos que todavía están por revelarse. O que se van desdoblando en nuestra realidad. Que nos muestran las grietas del mundo. Tal como los rayos inscritos en pinturas de amplios formatos: grietas de luz. ¿Rastros del ayer o del mañana? ¿A dónde han fugado todos los dioses? Siguen aquí, y quizá sólo haya que ver con suficiente hondura para darse cuenta de que la realidad está habitada por una energía enigmática.